Me he quedado contemplando el pedazo de noche estrellada atrapada en mi botella. "Esto debe ser la Navidad", pensé. Esta noche, cuando la lluvia amaine, liberaré a las luciérnagas. No cerréis vuestras ventanas...
Feliz Navidad
Esta mañana, asomada a la ventana de la oficina, he presentido la nieve e instantes después mi pensamiento caía copo a copo sobre el paisaje. Me he quedado hipnotizada en el alféizar contemplando ese misterio blando que borra, implacable, toda huella tras de sí. Adiós caminos, señales, coches, tejados, recuerdos. "La ciudad comienza de nuevo. Habrá que redibujarla cuando llegue el deshielo", me he dicho. Al izar la vista al blanco ciego del cielo hecho migajas recordé la increíble fotografía de las dunas del Sahara cubiertas de nieve. ¿Os imagináis? Un frío afilado quizá en los días precedentes. Un viento estancado de gato blanco que persigue su cola. Un silencio denso aplastando la arena. Y de pronto, el milagro. Delicadas notas de nieve conociendo la suavidad de la arena, acariciando con sus manos de hielo el lomo dorado de las dunas. Los camellos, sintiendo por vez primera la blanda mansedumbre de la nieve, corren enloquecidos. Y en un remanso entre dos dunas, los hombres azules, brazos alzados al cielo, ríen y giran sobre sí mismos como peonzas en mitad de la nada. 

Las castañas durmieron esa noche al arrullo de la charla y el crepitar de la lumbre. Despertaron en el coche ya avanzada la mañana, de camino a mi viejo hogar de la infancia, alertadas por el sonido del aguacero. El norte estaba próximo. Allí aguardaban las manos de mi madre...
(Imagen cedida por la fotógrafa Eva Madrazo)
Supongo que tienes razón, toca aprender a vivir con ella, perderle el respeto, invitarla a nuestra mesa y compartir la cena. La imagino extremadamente delgada, el pelo cayendo en hebras sobre su rostro, piel cetrina y un traje anacrónico que apesta a fracaso y naftalina. No dice ni una palabra pero te sigue con torpeza a todas partes y a su lado se evaporan los colores, la vida. Y sí, ha traído dos maletas de piel viejísimas llenas de harapos que todavía anda deshaciendo. Parece que se va a quedar un tiempo. Tratará de levantar un muro a tu alrededor.¿Recuerdas? Como en la película... Como en las tardes lluviosas de la adolescencia junto a los muelles.
