21 feb 2011

Entre líneas

Aprendí a leer jugando a los cuatro años de edad. En la cuna, mi padre me había adormecido con el murmullo de pinos y agua salada de "Platero y yo". Soñé con inmensas bibliotecas y supe que no tenía tiempo que perder. ¡Tantos mundos de papel esperando la cerilla de una mirada..!
Asumí aquel código de letras enhebradas y el murmullo se hizo voz ante mis ojos. Leer, leer, leer. Ese don que redime la pobreza.
Centenares de libros más tarde descubro con asombro que debo empezar de nuevo. De nada sirven ya mis nidos de palabras, ante el pergamino de tu mano vuelvo a ser aquella niña sin duelo ni alfabeto.


No hay prosa ni poema que distraiga mi afán pero... ¿cómo resolver el enigma de tus líneas, la vida que se cifra en su trayecto? Repaso con mis yemas cada surco tratando de leer, cegada, tu destino. Ante este manuscrito solo se asoma el asombro de mis cuatro años con una pregunta agitada en la garganta: ¿qué lugar ocupo yo en la historia inacabada de tus manos?

¿Algún alma sabia en piel y trazos puede responder a este eco?

Para Kavita, por reescribir mi vida

5 feb 2011

Filatura


Lo confieso: siempre he sido Ariadna entre las sombras. He tratado de atrapar con hilos invisibles aquello que atizaba las ascuas de mi corazón con su naturaleza pasajera: instante, mirada en tránsito, mano emplumada. Tras una vida tejiendo con obstinada artesanía la red que me salvaría de la pérdida, hoy decido soltar amarras...

Hasta siempre paraísos revisitados hasta la saciedad, fui feliz girando vuestro recuerdo como una canica entre los dedos, desliendo un nuevo color en cada paseo por unas calles que ya no existen, una edad que se nos niega, unos rostros que apenas reconozco en la alquimia de las fotografías.

Vuelen las palabras que inventamos para alimentar al amor, esa mitología que ahora flota en el aire para que otros hagan suyos los verbos.

Dejo partir a quienes alguna vez amé, o creí amar, en azoteas, ciudades remotas, habitaciones azules. Un jirón de memoria se desgarra a vuestro paso... Ya nunca seremos los mismos tras la mezcla de nuestros días.

Me desprendo de los restos del naufragio que siempre anudé con fuerza. Cartas de amor diluidas, sellos sin franqueo, billetes de tren, conchas de mar...¡os devuelvo la liviandad de los objetos que no significan nada!

También te dejo ir a ti, que ya no estás. Recojo la taza de tu fecha vacía sobre el calendario. 5 de diciembre. Echaré de menos ser eternamente la hermana pequeña de tu ausencia.

Adiós... nostalgia.