Cuando cae la noche las sombras se alargan y entran por mi ventana. Es entonces cuando escondo mi cabeza bajo las sábanas y el mundo se hace tan chiquito que nada temo.

El mundo es inestable, enorme centella en movimiento. Hay días en que los objetos crecen hasta la asfixia y otros en los que nosotros menguamos como astros sorprendidos.
Y así vivimos, atrapados en una inmensidad sin señales, intentando cuartear el infinito. Al fin y al cabo una guarida no es más que un recorte de la nada. ¡Cuando arrecia ese vacío es tan necesario un refugio..! Diminutos hogares, hechos a la medida de nuestro desamparo.
He pasado mi infancia en una canica, en el hueco de un árbol centenario, en la cabaña de sábanas. Tiempo después anidé en el aleph que escondí tras mi cama de estudiante, en el farol que teñía de verde las noches, en la luz misteriosa del alba colándose por la chimenea. De todas estas patrias hui en algún momento, hatillo sobre el hombro. Ya no eran mi país, territorio extraño.
Nacemos y morimos infinitas veces. Desde hace años he habitado el cielo de verano de esta mirada:
No ha sido así.
Mi hogar diminuto no soportó el envite de los vientos. Agarrada aún a esta última tabla que niega su destino, recojo mis pasos en silencio y reanudo el largo viaje.
Quisiera morar ni que fuera por un instante en esa última tabla para impregnarme un poco más de la dulce sensibilidad que transpiras. No acabes jamás tu viaje: porque lo decía Machado, y porque el silencio de tus pasos es música celestial para nuestros oídos. Como esos angelitos que soplábamos pidiendo un deseo cuando niños, déjate llevar por la brisa y disfruta el trayecto...
ResponderEliminarVamos haciéndonos pequeños refugios para sortear las tempestades de la vida. Lo que pasa es que la vida misma los va derribando. No queda otra que recoger lo que se pueda salvar del naufragio y, parafraseando a M. García (que a las dos nos gusta),seguir adentro, mar adentro, aunque quede un solo remo...
ResponderEliminarUn abrazo, querida alicia
La pleamar de la vida te conduce a esa pradera azul donde la existencia cobra sentido. Sólo allí somos nosotros. Aún a la intemperie. Aún bajo las sábanas. Y gracias a la palabras.
ResponderEliminar(total.súper)
'Al fin y al cabo una guarida no es más que un recorte de la nada.'
ResponderEliminar¿Sobre una guarida así te pronuncias? ¿Se lo preguntamos a un castor que de TODO lo que recoge hace su guarida sobre el ría?
Querida Alicia, disiento, guarida para mí lo es todo. Y no sólo una, todas las posibles, donde servirme del descanso y del sosiego. Aunque viva practicamente con nada.
Algunas veces tener "una morada" donde quedarse es tener un lugar en el que estar "ena-morada".
ResponderEliminarOtras, son las tormentas las que obligan a resguardarse.
Cuando era una niña me hacía una casita con tres paraguas en el salón. Allí me sentía tan segura...
Hoy sé que poner fronteras es limitar el camino.
Besos.
¡Yo también me hacía cabañas de niño donde sentirme protegido!
ResponderEliminarTodas las abandoné al final.
Son sólo etapas y bellos recuerdos cuando las aguas se remansan.
Un abrazo fuerte, alicia.
Preciosa prosa, en cierta manera nuestra naturaleza es errante aunque de vez en cuando necesitemos el descanso del guerrero o una cueva donde aguardarnos del vendabal.
ResponderEliminarSeguimos caminando a la intemperie... Pero no te pares nunca, Alicia. También los mares mudan de agua y hay que aprender a surcarlos. Tú podrás hacerlo, estoy segura.
ResponderEliminarUn abrazo y un soplo de esperanza.
Querida Alicia:
ResponderEliminar¿Reanudas viaje viaje conmigo en el tren de Magritte?
Te prometo castillos y ansiosas pupilas.
http://www.youtube.com/watch?v=ghA8E79Vz08
Besos.
creo que alguna vez me refugié en una piedra.De esas que al final del recorrido se quedan fininas y pulidas de tantos golpes que se dieron contra el suelo. Pero también a pesar de los golpes, hubo veces que el camino fué divertido, jugando y saltando arrastrada por olas de río, río que cambió mi destino en cada estación. También estuve acompañada, siempre acompañada por hojas, ramas y otras cuantas como yo
ResponderEliminarun besín muy fuerte alicia, cómo me haces soñar...
Qué decir cuando no sé puede decir nada. Solo que hay veces en que no hay más camino que el de la aceptación. Hoy diriges tu pequeños pasos hacia un destino incierto. No tengas miedo vayas donde vayas, yo siempre estaré para darte la mano
ResponderEliminarUn abrazo amiga
desplegué mis alas...
ResponderEliminarpues eso corazón ..con las alas desplegadas llegarás a cualquier sitio.
un beso muy grande y un feliz verano
Alicia, Alicia, un nuevo viaje que emprendo yo también. Me ahogaba, me ahogo aún, pero en esas estoy.
ResponderEliminarY esa tabla a la que te agarras, espero que no tenga niguna astilla, que te sirva para llegar a una nueva orilla.
Un abrazo gordo gordo, de navegante a navegante.
Alicia, sí, la vida es una constante suma de despedidas, tú lo expresas con una sensibilidad exquisita. Nada es permanente, ni la calma ni el temporal. Nuestros pasos en el tiempo y los vientos del azar van trazando nuevas rutas. Habrá que aprender a fondear en buenos puertos, a saber cuando echar anclas y cuando levarlas de nuevo. Y mientras tanto:
ResponderEliminar"que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas".
Un abrazo
Parece que el círculo de la vida consiste en hallar, disfrutar y soltar...
ResponderEliminar¡Ánimo, vendrán tiempos mejores!
Gracias a todas las personas que han dejado su huella en esta entrada. Sus palabras siempre son un bálsamo para el alma.
ResponderEliminarAbrazos desde esta barca