Hay algo más. Un verano como éste aunque del año 1924, Lorca y Buñuel bailaron y bebieron hasta el alba en esta verbena. Y entre risas se tomaron esta fotografía:

La primera verbena que Dios envía
Es la de San Antonio de la Florida.
Luis: en el encanto de la madrugada
Canta mi amistad siempre florecida,
la luna grande luce y rueda
por las altas nubes tranquilas,
mi corazòn luce y rueda
en la noche verde y amarilla.
Luis, mi amistad apasionada
hace una trenza con la brisa.
El niño toca el pianillo,
triste, sin una sonrisa.
Bajo los arcos de papel
estrecho tu mano amiga.
Nada queda ya de aquel júbilo sonoro en el aire de la ciudad. El viento borró el rumor del río, la música de los organillos, las risas de las modistillas contando novios por alfileres. Se llevó también el acento sureño de Federico, esa voz "de madera" que decía Bonald. Ningún registro sonoro se conserva del poeta, ni un solo verso temblando en su garganta. Únicamente nos queda el sonido de sus manos gracias a cinco discos de pizarra que grabó acompañando al piano a su amiga la Argentinita:
He buscado en la pradera una brizna de aquel clamor. ¿Resuena en algún páramo el eco de su risa? ¿A dónde van las palabras apenas son pronunciadas? ¿Y los versos, los versos hirientes como flores de Federico? El viento, proceloso, tan solo me responde con otro poema escrito para su amigo en el interior de un libro:
Cielo azul
Campo amarillo
Monte azul
Campo amarillo
Por la llanura desierta
Va caminando un olivo
Un solo
Olivo.
La verbena de San Antonio mantuvo -por lo menos hasta fechas relativamente cercanas- ese ambiente ingenuo y de pueblo grande, todavía algo campestre, que tan bien retratas.
ResponderEliminarCuriosa amistad, la de Federico y Buñuel, hombres con los pies en la tierra al fin, pero la mirada más allá.
Un abrazo, alicia.
Qué historia tan maravillosa, alicia. Me ha gustado y me ha dejado como suelen dejarme tus historias. Confusa y nostálgica.
ResponderEliminarUn beso.
Cuánta nostalgia desbordan los veranos celebrados... Esa música me pone el vello de punta y no sé por qué, quizá más tarde lo recuerde y, cuando celebremos el comienzo de mi verano, te lo cuento.
ResponderEliminarFederico siempre tan puro y tan desgarrador...
Un abrazote ;)
Tumbarse en el cesped, mirar como las estrellas juegan con miles de hilos de colores al son de la música... simplemente la FELICIDAD
ResponderEliminar(¡ya es veranooooo!)
La festividad de San Antonio se sique celebrando aunque con diferentes tintes. O quizá no todo sea tan diferente.
ResponderEliminarEs posible que similares palabras sean pronunciadas en la misma verbena de distintos pueblos. Seguro que con menos maestría y con más o menos discreción.
Y entonces, el carrusell funciona y se vende limonada e incluso se escucha una pianola a lo lejos.
Todo puede volver.
Xibeliuss, algo guarda todavía de todo aquello. Mis primeros recuerdos de esta verbena son únicamente sonoros. Vivía yo de estudiante universitaria en el Paseo de la Florida y las fiestas siempre me pillaban de exámenes así que escuchaba la música a lo lejos y vislumbraba los fuegos articiales desde el balcón. La ermita, las praderas goyescas, la presencia voladora de Federico y Buñuel... Un cruce de pasado y presente. Abrazos
ResponderEliminarMª Antonia, me alegra que te haya gustado la historia aunque estoy pensando en romper -en la medida de lo posible- con esta vena nostálgica. Soy una defensora del presente aunque no puede evitar estas mezclas. Besos
Gala, cada vez estás más cerca de ese verano! Sí, la canción con su sonido antiguo, los surcos del disco casi palpables, nos transporta. Ya me contarás todo lo que queda por contar. Mil besos
Mónica, sí, sin duda aquel fue un momento de plena felicidad. Lo bueno de los fuegos artificiales es que al cerrar los ojos descubres que se han colado bajo tus párpados. Gracias por todos esos hilos incandescentes y por hacer que la fiesta siempre brille
Silvia, claro que todo vuelve y claro que todo se va. La vida, a veces, es carrusell inevitable. A mí me gusta pensar que en alguna línea del tiempo sigue flotando aquella noche de parranda en la que Lorca y Buñuel bebían su juventud a tragos. Su momento. Besos y algodón de azúcar
Podrán ser hirientes los versos de Federico, pero es un herir a favor, un herir para revivir. Las suites que escribió son puras delicias de concreción, ligereza y sueño.
ResponderEliminarPara mí, esa vena nostálgica es la que me hace acercarte esta otra suite, bellamente titulada:
Recodo
Recodo
Quiero volver a la infancia.
Y de la infancia a la sombra.
¿Te vas, ruiseñor?
Vete.
Quiero volver a la sombra.
Y de la sombra a la flor.
¿Te vas, aroma?
¡Vete!
Quiero volver a la flor.
Y de la flor
a mi corazón.
¿Te vas, amor?
¡Adiós!
(¡A mi desierto corazón!)
Cualquier cosa sobre la que escribas, se convierte en algo atrayente. Logras hacerme pasear por esos prados...¿y en algún lado bailarán un chotis sobre un ladrillo o eso es más urbano?
ResponderEliminarLorca y Buñuel, dos genios felices mucho antes de las desgracias.
Un fuerte abrazo
que bonita entrada por favorrr.
ResponderEliminaren el café de chinitas dijo Paquiro.....
cuantas veces lo he cantado.
un abrazo muy grande y veraniego
Al leer tu entrada y señalar la juventud de los dos genios me pregunto, ¿qué sueños tendrían subidos en ese avión?, ¿a qué aspirarían, qué alcanzarían a imaginar sus prodigiosas mentes? Increíble el poder de las artes de los hombres y mujeres de este mundo, de hacer revivir con fotografías, poemas, historias y evocaciones tan maravillosas como la de esta entrada, tantas sensaciones. Ojala siempre sacáramos este lado luminoso.
ResponderEliminarMe acordé de "La balada de lo que no vuelve", de Huidobro. De lo que huye perpeetuamente. De lo que somos (¿dust in the wind?)
ResponderEliminarY las palabras, resonando por miles de años en los vértices del universo. Aunque no las oigamos.
abrazo cronopio
verbenas de verano! qué bonitos recuerdos traen todas las verbenas de verano, noches de estrellas, bailes y cabezudos, amistad, diversión, voladores... la que relatas es tan bonita...lejana y cercana a la vez, momentos de felicidad! música perfecta, beso de carrusel :)
ResponderEliminarHoracio, decía Buñuel en sus memorias que la mayor obra de arte de Federico era su propia vida. Y no en vano el se definía como "vidista". Hace algún tiempo, en la Alhambra, conocí a un hombre en cuya tarjeta de visita aparecía esta profesión... Esas suites, los sonetos, el teatro... son el goteo constante de sus días.
ResponderEliminarUn abrazo
Virgi, claro que se baila en chotis en la verbena! Chulapos y chulapas no debían faltar en época de Lorca y Buñuel. Hoy todavía se les puede ver... Eco de otros tiempos. Gracias por tu mirada
Momo, a las puertas del verano te mando otro abrazo de vuelta, entre las notas de ese Café de Chinitas que Lorca toca esta vez para ti.
Delikat Essences, el avión es todo un símbolo. Esperanzas de papel, de todo es posible, juventud radiante. Eran años felices para ellos. Madrid y sus cafés, prometedores artistas, noches interminables en las que hasta el rumbo del planeta podía cambiar. En su mirada hay un brillo alado-sobre todo en la de Federico- que no sabe de cadenas ni viajes sin retorno. Es una sensación agridulce contemplar esa alegría sabiendo el final... Quedémonos en ese momento dulce. Besos
Xi, no regresa ese momento pero queda flotando en el aire, como esas palabras. Es inmenso el desván de lo que no vuelve... A veces consigo asomarme por el ojo de la cerradura y una nostalgia no vivida me invade y aprieto fuerte la madera de la puerta. Un abrazo inmenso
Covi, lejana y cercana a la vez ese es el destello de este "relato". Ese avión, esa fotografía sepia.. tan anacrónico, tan cercano a la vez. Hay que vivir sin descolgarse de cada instante! Abrazos y farolillos
Suele el mar ser el proceloso.
ResponderEliminarLa palabra grande siempre es el esquema sangrante de una vida.
Federico fue donante universal, cero positivo.
Hermosa entrada y hermosa la suite.
Besos.
Tinta, hermoso también tu comentario. Federico, como su obra, fue un brillo sangrante y vivo... tremendamente vivo. Abrazos
ResponderEliminarAy me ha gustado mucho este post Ali, no sabes como me habría gustado ver su felicidad aún tan cándida por un agujerito
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por una noche mágica!
Saber lo que sucedió en su futuro -que es nuestro pasado- nos convierte en una especie de adivinas con mirada agridulce. Ese momento era su momento. Y sus ojos brillaban en ese avión de papel.
ResponderEliminarLa noche fue mágica y sentí el verano en la piel. Gracias a ti por saltar hogueras a mi lado!