Perséfone, Perséfone... hija raptada de Deméter -diosa de la tierra y la agricultura- por las manos tiznadas de Hades, el rey del mundo subterráneo. La madre suplica a Zeus el regreso de su hija pero ésta ha comido un grano de granada del averno y eso la vincula inexorablemente a él. Le concede -y nos concede- una gracia: todos los años durante cuatro meses Perséfone volverá al mundo exterior, junto a Deméter. Y es tan grande la alegría de la diosa de la tierra que en ese tiempo el campo reverdece, se cubre de la delicada espuma de las flores y los días. Llega pues, la Primavera.Sigo su rastro en los campos, en los libros, en el rostro de quienes me rodean. Anoche me floreció un poema entre las manos y esta mañana casi he creído ver las huellas de ninfa de Perséfone borrando el invierno de los senderos del Retiro. Ábranse tierra, corolas, ríos y piel. Que dejen entrar este haz de semillas, este sol de alfiler.
Tumbada en el jardín me pregunto cuántas gotas de agua necesito para reverdecer. "Si me quedo aquí, inmóvil sobre la tierra, el musgo germinará en mi piel. Buenas y malas yerbas se abrirán paso entre mis carnes y de mi vientre nacerán unas flores extrañas, sin llanto".
Caminad con cuidado... No quebréis el sueño de los que dormimos bajo el cobertor de esta Primavera.

