30 nov 2009
¿A dónde van?
Me sucede desde siempre. Un reloj mudo, una cabritilla de piel, un sombrero, un colgante, un muñequito descolorido, mil y un billetes de tren, de cine, de quién sabe. A todos les confiero un alma, quizá por ser depositarios de un diminuto fragmento de mi vida, y su sola visión me transporta -al modo de las célebres magdalenas de Proust- a un tiempo perdido. Cuándo esas pequeñas cosas desaparecen como por arte de magia me pregunto a dónde irán... ¿Existe un inmenso agujero negro que absorbe los pedazos del ayer? ¿Tal vez se apilan en los gigantescos montículos de un vertedero de olvido?
Acaso sabedora de mi amor por los objetos, mi amiga viajera M. me regaló esta casita en un momento duro de mi vida diciéndome: "esta eres tú"
Pero la casa no estaba vacía. En su interior M. había introducido un puñado de piedrecitas volcánicas que, según me contó a su regreso de Lanzarote, le habían recordado al paisaje de mi dolor. No fui capaz de abrirla. Durmió varios días en su maleta hasta que un nuevo viaje llevó a M. lejos de mí, esta vez rumbo a Noruega. Le pedí que se llevara la casita con ella. Así lo hizo.
En tierras del norte M. se emborrachó de paisajes. Navegó por fiordos, conoció a los duendes y llenó sus zapatos de nieve. Una mañana, arañó la piel de hielo azul de un glaciar y allí enterró aquellas piedritas... mi dolor. El frío mitigó mi herida y M. regresó a nuestro país con la casita vacía. Tocaba la difícil tarea de llenarla, de llenarme.
Cuando la esperanza parecía evaporarse, el otoño me regaló los primeros habitantes...
Y así fueron llegando al fondo tapizado en rojo de mi casa-corazón una moneda, arena del desierto, un trébol de cuatro hojas, un jazmín... Y un pequeño -todo lo es en mi hogar- saquito con una semilla dentro.
A veces tomo la semilla entre los dedos y me pregunto cuál será la tierra que la abrace hasta que estalle en verdor. ¿La limitada superficie de una maceta de ciudad? ¿El huerto de la casa de mis antepasados?¿Algún jardín secreto?
Luego cierro el tejadillo de mi casa no sea que el agujero negro quiera tragarse estos pedazos de vida y los convierta en frágiles, borrosos recuerdos.
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Oh Ali es precioso!!! Me ha gustado mucho, no se donde plantarás tu semilla pero lo que sé es que la harás florecer seguro!
ResponderEliminarUn beso de la jorobadita de Notre Dame
PS Muy bonito el post, pero no habías prometido hacer limpieza??? je je
Me gusta especialmente cómo has planteado las imágenes. Hermoso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bonito, Alicia.
ResponderEliminarAriadna, ya sabes que lo de hacer limpieza y deshacerme de recuerdos es algo que me cuesta pero es que ya no hay sitio para el futuro!
ResponderEliminarMe alegra que te guste esta entrada pequeña jorobadita...
Xibeliuss, la casita se acerca, poco a poco tanto en la imagen como en el texto. Un abrazo grande
Mª Antonia, Gracias! :)
Me encanta.
ResponderEliminarAh... Futuro... Esa puerta que siempre nos ha costado tanto abrir, quizá por miedo a que hubiese monstruos o abismos o, yo qué sé qué. Pero todas esas pequeñas cosas del pasado no se han perdido, nos han ido dando forma y están dentro, muy dentro. Yo también sigo guardando y perdiendo trocitos de vida.
Besos.
Mientras el resto de los mortales hacemos un esfuerzo tremendo para hacernos entender con palabras nacidas, en el mejor de los casos, de una mente clara o del corazón, las tuyas nacen de un sitio que no llego ni a entender. Quizás de una estrella...
ResponderEliminarUn besín.
Cris
Me alegra no ser la única arraigada q le confiere alma a las cosas. Me cuesta tanto ser desapegada. Q buena amiga, tu amiga M. Y q buena idea la de la casita. Bien x vos q pudiste enfrentarte y abrirla y luego llenarla con nuevas cosas de tu alma. Me gustan mucho las fotos xq acompañan muy bien a tus atinadas palabras Alicia.
ResponderEliminarAhora q lo pienso tengo muchas casitas sin forma de tal, con pedacitos míos. Y cada tanto cuando hago limpieza y las encuentro las abro y tomo cada cosa con cariño para mirarla y luego guardarla en su sitio nuevamente.
Besos.
Silvia, lo mejor son las casitas de puertas y ventanas abiertas por las que unas cosas entran y otras salen... como el humo de la chimenea. Un beso hogareño
ResponderEliminarCris, qué linda. Las palabras son cansancio pero a veces pueden adornar lo cotidiano. Habrá que probar éstas para descubrir a qué saben
Lu, todos llevamos esa casita a cuestas, aunque a veces no tenga esa forma concreta. Yo también tengo cajones caleidoscópicos llenos de pedacitos de ayer. Me hacen sonreír...
Yo creo que la semilla está creciendo en ti.
ResponderEliminarVa ya camino de la primavera.
Un regalo muy lindo. Tus palabras a/del corazón.
Sonrisas
que maravilla Alicia, todo lo que hay dentro de esa cajita.
ResponderEliminarun beso
Virgi, todavía nos queda el invierno por delante así que guardaré la semilla hasta que, por fin llegue una primavera sin esquina rota. Besos
ResponderEliminarMomo, gracias por tu mirada. Un abrazo desde el interior
Mmmmm recuerdo que hubo un tiempo que la llenó una canica de colores! me alegro que el cristal se haya convertido milagrósamente en semilla.
ResponderEliminarM.
Qué texto tan vivificador: es una maravilla para los sentidos y para la memoria.
ResponderEliminarlos objetos ¿nos dan seguridad? ¿nos anclan a los recuerdos? ¿proyectamos en ellos nuestros deseos? escribí un poema que, si no recuerdo mal, empezaba: conviene dejar el polvo sobre los objetos...
ResponderEliminara veces pienso que en realidad hay que enterrarlos y despedirse de ellos para seguir con la ligereza necesaria.
Me ha gustado venir a tu espacio.
Un saludo.
M., es cierto hace tiempo hubo una canica que debe haber mutado mágicamente en semilla... ;)
ResponderEliminarFrancisco, gracias por tus palabras!
Annabel, yo también he pensado eso muchas veces. Hace tiempo una amiga que coleccionaba fragmentos como yo me dijo que había decidido no tener nada de lo que no pudiese desprenderse si tenía que salir corriendo... Supongo que no puedo evitar llevar estos puñados de arena en los bolsillos. Un saludo
Es tan tan hermoso que me quedo sin palabras... tal vez estén todas guardadas en esa casita mágica.
ResponderEliminarQué delicia de blog; muchas gracias por aparecer en mi cabaret y descubrirse para mí. Abrazos, linda alicia.
encontré este blog dando saltos de uno a otro... como me alegro... es precioso lo que he leido!! pasaré por aquí amenudo...
ResponderEliminarsaludos!!
Me quedaría horas y horas mirando dentro de tu corazón...
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMadame Vaudeville, encantada de tenerla por aquí. Guardo sus palabras dentro de la casita y tal vez en primavera podamos sembrarlas también... Un abrazo y nos vemos por su cabaret
ResponderEliminarAbene, qué bien que el azar te haya dejado caer en este trigal. Siempre que quieras aquí te espera un fuego y una taza calentita
Mónica, tú siempre estás ahí dentro
me encanta Alicia! me encanta todo lo que transmites, como haces que un poquitín nos sintamos identificados, yo también guardo cosas que me cuesta despegarme de ellas, y muchas son piedras, no tienen porqué ser guapas, pero tienen significado especial, lo que pasa que no tengo una cajita, muchas las tengo en los bolsillos... :) gracias por regalarnos tus letras y la música me encanta! un besín
ResponderEliminarGracias Covi! Esas piedrecitas de tus bolsillos pueden servirte siempre para encontrar el camino de regreso a casa. Un besín hacia el norte
ResponderEliminarDe las semillas, como de las palabras, surge el excedente de vida, vayan donde vayan a parar. He aludido muchas veces a lo azaroso de las semillas, a los eriales. También he aludido a la singularidad de las palabras. Semilla y yemas, en la última foto, pueden servir de metáfora del acogimiento. ACOGIDA, o TEMPERO (y no es porque yo me haya nominado Tempero) es el mejor sitio para una semilla. Habrás escuchado a tus antepasados zamoranos oír eso de que la tierra tiene buen tempero. Pues eso.
ResponderEliminarHola inquilina de este mundo y otros tantos!
ResponderEliminartodo tiene vida y un mensaje...para cada momento que nos quedamos vacíos o tapados de preguntas.
la Vida nunca nos dá la espalda, nosotros lo hacemos cuando olvidamos que somos magos despertando de un largo sueño.
el Hogar va con nosotros a donde vayamos, como el caracol con su casita a cuestas, y dentro nuestro, latiendo, una semilla de luz que nos guía hacia el pedacito de tierra, de piel, de alma o de cielo donde quiere seguir creciendo.
Me gusta tu casa de puertas y ventanas abiertas. Me gusta el color de tu blog, que me atrajo como el trigal por el que el Zorro recordaría a su Principito.
ResponderEliminarCreo que no vale que alguien entierre las piedritas por uno, salvo que en esa tarea, tache días de un calendario, horas y minutos en los que la tormenta de dolor amainará.
Un amigo muy querido me decía: tu casa está llena de incontables celdas, pavesas con nombres y lugares. Nunca derrumbas una, nunca destruyes ni apagas completamente, porque todo forma parte de tí. Siempre construyes y amplías y el espacio es inacabable.
Y es que en mi casa sólo se guardan, recolocan y cogen polvo las buenas cosas.
Después de un tiempo, miraré de frente al sol llenándome los ojos nuevamente de estrellas.
Deseo para tí puñados de estrellas, vientos favorables que atraviesen tus puertas y dormidos recuerdos de cosas buenas.
Precioso, gracias por acercarme a tu blog.
ResponderEliminarAhora además de felicitarte tan de corazón por tus trabajos en La Linterna de Segovia lo haré también por estas entradas maravillosas, por hacer poesía de sentimientos comunes.
Las fotos también me encantan, me parece genial la casita sobre la alfombra de campos cultivados haciendo visual esta conmovedora historia. Quizás la semilla prenda ahí tan cerca de ti
besines
Eva
Tempero, qué nombre tan bello. Tras unos días de viaje regreso a casa y descubro que tus palabras han germinado entre los trigos. Y sí, toda semilla contiene un pedazo de vida latente que espera encontrar un surco o vereda de buen tempero. Gracias por tu rastro
ResponderEliminarAnónimo, me quedo con esa imagen del caracol con su hogar a cuestas. Hubo un tiempo en el que olvidé que era maga y simplemente me dejé llevar... Ahora trato de caminar siempre hacia adelante.
Adormidera, gracias por tus buenos deseos. Las estrellas llegaron y el viento fue favorable a la siembra. Quizá necesité las alas de mi amiga para que hiciese volar mi dolor. Puede que fuese trampa pero ahora creo que tenía que ser así...Bienvenida a esta casa de puertas abiertas y obras pendientes :)
Eva, qué bueno tenerte por aquí. La casita no está por casualidad sobre esos surcos. Afortunadamente el tiempo pasa y las tierras se apaciguan en largos barbechos. Ahora puedo mirar atrás y contaros esta historia con una sonrisa. Un abrazo y gracias por esas palabras de corazón